Si hacemos la lista de futbolistas o deportistas que sufrieron rotura de ligamentos en alguna de sus rodillas sería interminable. Uno de los últimos casos en Argentina es el de Eduardo “Toto” Salvio, jugador de Boca que ya fue operado y ahora afronta una recuperación de, al menos, seis meses. ¿Por qué es tan larga la rehabilitación? ¿Se pueden prevenir ese tipo de lesiones?
Primero lo primero. El ligamento cruzado anterior -LCA- es uno de los cuatro ligamentos principales que estabilizan la articulación de la rodilla. Son fibras duras, que no se estiran, y mantienen unidos los huesos. El LCA, junto con el ligamento cruzado posterior -LCP-, el ligamento colateral medial -LCM-, el ligamento colateral lateral -LCL- y los meniscos -cartílago-, ayudan a mantener la estabilidad de la rodilla impidiendo que se deslice, rote y se hiperextienda al correr, saltar y aterrizar.
Los síntomas de una distensión o rotura de ligamentos son conocidos. Un ruido en la rodilla al momento de la lesión, inflamación en la zona dentro de las 24 horas posteriores, movimientos limitados, sensación de inestabilidad en esa pierna o que la rodilla está por ceder. Por lo general, este tipo de lesión ocurre cuando se cambia la dirección al correr, cuando se toma impulso para saltar o cuando se cae luego de un salto.
Según información que brinda el Hospital Alemán en su web, la gran mayoría de las roturas se produce en pacientes jóvenes porque el 75% de las lesiones ligamentarias son deportivas, mientras que sólo el 25% restante obedece a algún trauma.
Así, se puede concluir que se debe prestar atención al fortalecimiento muscular desde la pre adolescencia. Entre los 14 y los 20 años, los jóvenes tienden a aumentar el tamaño de su cuerpo y por ende su peso, pero no así la masa muscular.
¿Se puede prevenir esta lesión? Hay varios factores a tener en cuenta: el primero es el fortalecimiento muscular de las piernas. Algunos ejercicios específicos son los pasos laterales con resistencia, zancadas frontales con peso y las sentadillas.
Cuanto más trabajado estén los músculos menos probables es que se produzca una lesión. Pero hay otras cuestiones a las que se puede prestar atención: entrar en calor antes de la actividad, elongar y también la elección de un calzado adecuado. De todos modos, no se puede dejar de lado un factor propio de cada persona: la composición genética. Hay algunas personas que son más elásticas que otras y eso varía la posibilidad de riesgo de lesión.
Si sucede una lesión ligamentaria, lo primero que se debe hacer es dejar quieta la rodilla y luego inmovilizarla. Hay que evitar apoyar el peso del cuerpo sobre esa pierna y aplicar hielo en la zona.
Inmediatamente luego de eso hay que hacer la consulta a un médico para determinar qué tipo de lesión es. Si hay rotura de ligamento, el primer paso es desinflamar la rodilla. La operación no es urgente y de hecho, algunos estudios han determinado que cuando se opera de urgencia puede ser contraproducente porque aumenta el riesgo de que luego quede con mayor rigidez a la normal.
Lo mejor es esperar aproximadamente un mes para que la rodilla no tenga hinchazón, tenga movilidad completa y el paciente no sienta dolor. Una vez que se cumplen esos tres criterios se programa la intervención quirúrgica.
Por último, la rehabilitación. La cirugía sólo implica un día de internación. Luego se coloca una férula para inmovilizar la rodilla por cuatro semanas y durante las primeras dos se utilizan muletas para trasladarse. Durante este primer mes el solo se realizan ejercicios suaves de movilización.
El segundo mes se comienza a caminar y también empiezan los ejercicios con una carga suave de peso. Durante el tercer y cuarto mes, se aumenta la carga de peso y en el gimnasio, se puede empezar el fortalecimiento muscular más intenso.
Del cuarto al sexto mes de recuperación, lo indicado son las sentadillas y el trote en línea recta. Del sexto al séptimo mes, ya se puede correr en línea recta y también en zigzag. ¿El alta? Cuando se recupera el 85% de la fuerza con respecto a la otra pierna.