La industria de la cosmética es una de las más contaminantes del planeta, ya que genera mucha cantidad de desechos, especialmente, por los envases de un solo uso y los residuos que dañan fatalmente nuestros mares y ríos.
Si prestamos atención a las etiquetas de estos productos industriales podemos encontrar componentes derivados del petróleo, tales como parabenos, siliconas, sales, alcoholes, fragancias, entre otros. Estos ingredientes generan consecuencias negativas para el ambiente como la contaminación, pero además, pueden generar efectos secundarios en sus consumidores.
Teniendo en cuenta que el uso cotidiano de estos productos es muy común -elementos de higiene, maquillajes, cremas- es conveniente ser consciente de lo que estamos consumiendo. Lo ideal sería poder elegir aquellos productos adecuados, evitando ingredientes químicos perjudiciales y potencialmente dañinos para la salud. La piel es el órgano más extenso que tenemos y funciona como una esponja que absorbe todo lo que le aplicamos.
Entonces, ante este panorama, la cosmética natural llegó como una alternativa a aquellos productos convencionales que se encuentran masivamente en el mercado, y no sólo para las personas que estén interesadas en cuidar la salud y el ambiente, sino como una opción más accesible para aquellos que sufren afecciones como alergias, dermatitis, asma, etc.
La cosmética natural se utiliza desde hace siglos, cuando los curanderos antiguos hacían uso de remedios naturales para la población. Utilizando los principios activos de las plantas, dichos remedios han ido evolucionando, dando lugar a la cosmética natural y orgánica que hoy conocemos. Muchos productos de la industria convencional traen problemas con ingredientes químicos y producen efectos secundarios tales como sequedad, enrojecimiento e irritación, por ende, uno de los beneficios que trae es eliminar o acotar los problemas secundarios derivados del uso cotidiano. Además, este tipo de cosmética respeta el medio ambiente, utiliza envases reciclables y controla y protege los suelos en donde se cultivan las plantas para su posterior uso.
El consumo consciente es una práctica que llega cada vez a más consumidores, que van reemplazando marcas industriales conocidas, por otras alternativas que generan menos impacto ambiental. Gracias a la circulación de la información a través de redes, internet, y otros medios, la gente se vuelca más al consumo de productos orgánicos, o libres de crueldad animal -cruelty free-. Hay mucha atención puesta en los alimentos, pero también comienza a crecer el interés por los productos saludables en cosmética, a raíz de lo cual, muchas marcas aclaran en sus etiquetas que sus productos fueron hechos “sin testeo en animales” lo cual es un plus hoy en día.
La cosmética natural se está instalando en todas las sociedades, como otro aspecto más para tomar conciencia por el cuidado de nuestro planeta. Elegir un estilo de vida más saludable y natural tiene muchos beneficios, no solo cuidamos nuestra salud y nuestro cuerpo, sino que también al planeta en donde vivimos.