El aislamiento social preventivo y obligatorio dispuesto por el gobierno nacional para evitar la propagación del COVID-19 generó un efecto inesperado: la disminución de los niveles de contaminación atmosférica en grandes centros urbanos del territorio argentino.
Esto se debe a la menor circulación de tránsito y de emisiones de la industria. Hecho que no ocurrió solo en Argentina, sino que también se vio reflejado en otros países como es el caso de China e Italia. Según un análisis realizado para Carbon Brief, un reconocido sitio web dedicado al estudio del cambio climático, el bloqueo y la reducción de la actividad económica en China condujeron a una reducción estimada del 25% en las emisiones de CO2 -gas que contribuye al efecto invernadero- durante cuatro semanas.
Consecuentemente, los esfuerzos para controlar la pandemia mundial de coronavirus han reducido la actividad económica y lograron mejoras localizadas en la calidad del aire. Esto se observa a través del dióxido de nitrógeno -NO₂-, debido a que es un contaminante atmosférico que se produce cuando el monóxido de nitrógeno -NO- emitido por la quema de combustibles entra en contacto con el oxígeno del aire. Su aumento en las últimas décadas tiene que ver con el tránsito vehicular, aéreo y con ciertas actividades industriales. No solo genera impactos en la salud de la población en cuanto al sistema respiratorio, sino que, además, está estrechamente relacionado con el calentamiento global, por lo cual es un importante aporte para llegar a esta conclusión.
Como sucedió en otras ciudades del mundo, en Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Rosario y San Miguel de Tucumán se contabilizó menor cantidad de dióxido de nitrógeno en la atmósfera que la habitual. Esta disminución de la contaminación atmosférica a partir de la baja de la circulación de automóviles pudo conocerse gracias a los mapas satelitales que elaboró la Comisión Nacional de Actividades Espaciales -CONAE- en los que se pueden observar las diferencias de la concentración de dióxido de nitrógeno, comparando el antes y después del aislamiento social preventivo y obligatorio.
Lamentablemente, hay que tener en claro que la reducción de la contaminación atmosférica y mejora de la calidad del aire observada es sólo temporal, ya que cuando la pandemia llegue a su fin y se restablezca la actividad, las industrias van a volver a funcionar de la misma manera, y entonces todo va a volver a ser como antes. Sólo las transformaciones sistémicas a largo plazo podrían llegar a cambiar la concentración de los niveles de CO2 en la atmósfera. Entonces, es necesario empezar a pensar en que todos los países construyan una economía más sustentable y amigable en la que funcione tanto para las personas como para el planeta.