Desde que nacemos, realizamos asociaciones de diferente carácter que tienen que ver con nuestras ideas previas, éstas pueden ser positivas o negativas, y nos ayudan a sobrevivir en la socialización desde los inicios de los tiempos. ¿Pero… qué pasa cuando esto falla y afectamos al otro por mera sospecha?
Hoy la oferta de estilos de vida es amplia y de gran variedad. Ya no somos ese grupo de hombres que vivían en las cavernas y tenían que aislarse de los otros, diferentes a simple vista y que nos producían miedo. Hoy gozamos de gran cantidad de información, de acceso a la tecnología y la educación tiene un rol preponderante a escala mundial. La nuestra es una era donde China está a un viaje de avión, y donde, por ejemplo la palabra “Messi” se nombra, por lo menos, una vez por día en cada rincón del planeta. La conexión llega, y por lo tanto, existe. Sin ir más lejos, vemos a las mujeres haciendo uso de espacios antes prohibidos por la sociedad y esto no ha hecho más que enriquecer las posibilidades de desarrollo de las comunidades. Es cierto que los avances muchas veces se dan de maneras no esperadas, tan veloces que nos marean, en especial, cuando nos toca ceder y compartir el espacio propio. Sin embargo, poseemos la capacidad de ser tolerantes y nos ayuda a no quedarnos con esa primera impresión, no establecer los estereotipos como “lo definitivo” y ampliar nuestra visión valorando muchas más características del otro, lo que nos permite comprender quién es esa otra persona, dejarla ser.
Los estereotipos nos ayudan a clasificar más rápido las cosas, es un ahorro mental. En la era de la informática, el tiempo se nos ha reducido, la espera es corta, tan corta como la carga de un celular. Formular una opinión con tan poco tiempo de análisis es muy riesgoso, puede hacerle mucho daño a una persona -o a varias-, incluso a la estima que tienen los demás para con uno mismo. Podemos intentar recordar lo difícil que fue el primer día de colegio para cualquiera de nosotros, la primera salida con ese grupo de amigos, alguna de todas esas personas nos ayudó, nos incluyó cuando otros no lo hacían. Nuestra percepción puede cambiar, y mejor nos tratarán los demás si nos esforzamos por entenderlos. La comunicación sigue siendo de vital importancia en nuestras sociedades, esto no ha cambiado, mas allá de los progresos tecnológicos: la abogada que veíamos como distante se nos convierte en una persona interesante cuando nos enteramos que le gustan los mismos programas de tv, que además estudia teatro y tiene sentido del humor. Hay muchísima variedad de ejemplos, démonos la chance de indagar un poco más, de cultivar más el contacto.