Un buen día se me ocurrió convertir ese potrero en una calle alegre. Logré que fueran pintadas con colores todas las casas de material o de madera y zinc que lindan por sus fondos con ese estrecho caminito -...- Y el viejo potrero, fue una alegre y hermosa calle, con el nombre de la hermosa canción y en ella se instaló un verdadero Museo de Arte -…-
Benito Quinquela Martín
En lo que a arte plástico respecta, en varios de los números anteriores hablamos del impulso de los artistas callejeros de sacar el arte de los muesos y volcarlos a las calles. Es así que hablamos de Basquiat de Shepard Fairey, Banksy y otros tantos artistas que habitan o habitaron al Norte del Ecuador.
En nuestro país hay numerosos artistas que toman las calles con la idea de embellecer el espacio público, donde transcurre el 80% de sus vidas. Un ejemplo es el caso del artista Marino Santa María, vecino del barrio de Barracas que, impulsado por la degradación del entorno, un día decidió plasmar un cuadro suyo en la fachada de su casa-taller. El producto terminado sorprendió a sus vecinos quienes, uno por uno, fueron pidiéndole que adornara los frentes de sus casas convirtiendo al pasaje donde viven en un museo a cielo abierto.
Luego de esta iniciativa, los propios vecinos fueron adornando las veredas y las iluminaron con luces LEDs. Y casi sin pensarlo esta callecita del sur porteño cambió para siempre, con tres cuadras -entre Suárez, Brandsen, las vías del Ferrocarril Roca y Feijoó- que la misma gente inmortalizó con un pasacalle: “Gracias por revivir Lanín”.
El trabajo de Marino en el Pasaje modernizó la zona, que hasta ese momento corría la suerte de ser declarado como la “Capital Nacional de la Fábricas abandonadas”. Gracias a vecinos como Santa María o la inmensa movida de muralistas que trocaron el triste gris de la dejadez, por la belleza multicolor de sus pinturas -como las de la calle Lujan de Pedro-, hoy ese barrio se encuentra dentro de la agenda cultural de la Ciudad de Buenos Aires.
"Para muchos, Barracas es tango nada más. Me acuerdo que mi viejo se iba a bailarlo a los boliches de La Boca. O la idea de que Barracas era sus fábricas. Las fábricas que cerraron hace rato... Una cosa es conocer y respetar la historia y otra es resistirse a ver cambios", contó Marino cuando vio una flor creciendo entre los adoquines. Vio que era por ahí y puso manos a la obra.