Del under a la campaña de Obama
Shepard Fairey está considerado uno de los artistas de culto dentro de la escena underground americana. Ha trabajado para grandes corporaciones como Pepsi, Adidas, la NASA o bandas de música como The Black Keys. Aun así, sigue pensando que las calles son un entorno público que no debe ser invadido por la publicidad, sino por la expresión de la gente de la calle.
Su nombre alcanza notoriedad a principios de los 90 con la campaña “OBEY” -Obedece- donde se veía un gran claroscuro con el rostro del luchador Andre el Gigante y debajo la palabra “Obey”.
En 1990 escribe “Manifiesto”, donde Fairey argumenta los enfoques filosóficos de la campaña que lo llevó al reconocimiento: “La campaña Obey puede ser explicada como un experimento de Fenomenología. Heidegger describe Fenomenología como el fenómeno que permite a la gente ver claramente algo que está delante de sus ojos, pero que oculta ‘el proceso de dejar que las cosas se manifiesten’.
“El primer objetivo de la fenomenología es volver a despertar un sentimiento de admiración sobre el propio entorno. La ‘etiqueta’ OBEY intenta estimular la curiosidad y llevar a la gente a cuestionar tanto el adhesivo como su relación con el entorno.[…] La pegatina no tiene sentido, sólo existe para hacer que la gente reaccione, para contemplar y buscar un significado en ella. OBEY no tiene significado real, busca las diversas reacciones e interpretaciones de aquellos que consideran que es el reflejo de su personalidad.”
Pero, sin dudas, el verdadero reconocimiento llegó en el 2008 cuando Shepard Fairey interviene una foto de la agencia de noticias AP del por entonces candidato a Presidente de Estados Unidos, Barack Obama. La convierte en póster, le agrega los colores azul, blanco y rojo y la palabra “HOPE” -Esperanza-. Este trabajo tuvo tanto éxito que los colaboradores de Obama lo contactaron para hacer más retratos con palabras como “Cambio” y “Vote”.
Un arte que grita, se moviliza, se hace carne, que sacude, dejará una marca imborrable en los sentidos. Tanto Hoy como ayer, las problemáticas más profundas de nuestra sociedad se hicieron eco en las manifestaciones artísticas. Es quizás, el arte, el medio más efectivo para ayudar a entender su desencanto. León Trotsky escribía en 1917, “La proeza también es realizar un apasionado esfuerzo por sacudir a aquellos que están embotados por la rutina, obligarles a abrir los ojos y hacerles ver lo que se aproxima”. Un arte para abrir los ojos.